Capitulo1, WNPiD, moje, CHILE, httpwww.comisionvalech.gov.cllegislacion.html
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CAPÍTULO I
Presentación
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura
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INFORME • COMISIÓN NACIONAL SOBRE PRISIÓN POLÍTICA Y TORTURA
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PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
C
onsciente o inconscientemente, una conspiración de silencio sobre la tortura
se fue extendiendo lentamente por el país. Con el pasar de los años muchos
creyeron que, si bien los malos tratos habían sido comunes contra los prisioneros
del régimen militar, la tortura propiamente tal no había sido tan masiva. Sin
embargo, quienes habían sido torturados -las más de las veces, también en el
silencio- guardaban la memoria, las marcas y las consecuencias de "tratos crueles,
inhumanos y degradantes", según la Declaración Universal de Derechos Humanos,
que literalmente les habían cambiado o mutilado la vida.
Otros consideraban que era justo y necesario buscar verdad y justicia en los casos
de detenidos desaparecidos o de ejecutados políticos víctimas de juicios sumarios
e incompletos... o en los llamados "casos emblemáticos" de violaciones de derechos
humanos, pero que no era posible hacer justicia en el caso de las víctimas de
prisión política y tortura. ¿Cómo se podría probar fehacientemente una tortura
treinta años después? O bien, ¿Qué sentido tendría introducirse en estos temas
cuando el pasado de estos hechos parecía tan lejano?
Confesamos que algunas de estas dudas aparecieron hasta en las primeras sesiones
de La Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, establecida por el
Presidente de la República, don Ricardo Lagos Escobar, después de su significativa
propuesta en materia de Derechos Humanos "No hay mañana sin ayer", del 12 de
agosto del año 2003. ¿Qué sentido tiene hacer un informe treinta años después?
Hoy, después de meses de escuchar relatos íntimos, susurrados, relatados con
dolor y hasta llanto, y de ver las marcas físicas y psicológicas, así como las lesiones
familiares y sociales -algunas sin reparación posible que restituya lo perdido- de
tanto chileno y chilena preso y torturado, no nos asiste la menor duda de que esta
parte de la verdad también nos era debida para completar, de la mejor manera
posible, la reparación y la justicia que el país le debe a estos hermanos, para avanzar
por la senda siempre difícil y necesaria del reencuentro y la reconciliación entre
los chilenos.
Más de treinta mil personas han desfilado frente a nosotros, las hemos visto y las
hemos escuchado. Más de treinta mil personas se han atrevido a acercarse a nuestras
oficinas o a responder a nuestros llamados en regiones. Y más de treinta mil veces
hemos escuchado el estupor, el temor, la impotencia que aún genera la dignidad
violada por agentes del Estado, de quienes se espera -o debería esperarse- respeto
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INFORME • COMISIÓN NACIONAL SOBRE PRISIÓN POLÍTICA Y TORTURA
a las personas, protección a los débiles y un escrupuloso cumplimiento de la ley.
Así nos hemos dado cuenta, en primera persona, de que la corrupción del poder
es la peor de las corrupciones, pues termina minando las bases de la credibilidad
esencial que todo ciudadano aguarda de las instituciones del Estado.
Pero ¿por qué el silencio de las víctimas? Se entiende el de los victimarios, que a
su vez han sido víctimas de sus acciones. Pero ¿por qué el silencio de las víctimas?
Después de mucho meditar, nos damos cuenta que es un silencio basado no sólo
en el temor, ¡y cuánto temor! También hay un aspecto de elemental dignidad.
Una cosa es presentarse a la familia después de haber sido detenido. No cuesta el
alegato de inocencia y hasta cierto orgullo por haber sufrido una injusticia o el
sufrimiento por una causa que se estimaba noble. Es humano también querer
mostrarse altivo y no humillado. Pero descorrer el velo de la tortura, de la
humillación, de la violación física y psicológica, es algo muy difícil de hacer. Incluso
ante los propios cónyuges. Y ese mismo silencio comprensible fue ahondando el
daño de los sufrimientos no compartidos, de las confidencias ahogadas, de aquello
que preferimos poner en la estantería de las pesadillas y arrancar de los archivos
de la historia.
Después de mucho escuchar, aún nos cuesta imaginar: la infamia de una agresión
sexual, el desprendimiento indecoroso del pudor debido a toda integridad, la
agresión física repetida para arrancar pretendidas confesiones, la corriente eléctrica,
los golpes simultáneos a los oídos conocidos como "el teléfono", y ese ingenio
malévolo que poseemos los humanos cuando nos ensañanos con una víctima o
simplemente hacemos ostentación de nuestro poder.
En fin, no escapa a nuestro estupor constatar cuántas personas torturadas tenían
a la sazón entre 17 y 24 años de edad, personas que vieron sus vidas literalmente
tronchadas. Cuántas familias destruidas por recibir a sus progenitores tan
cambiados, con los nervios destruidos y con temores casi incomprensibles. Y
cuántas vidas malogradas, porque después de la prisión y la tortura no encontra-
ron trabajo ni lugar en la sociedad, y por esa simple razón, tampoco pudieron dar
a sus hijos la educación, la salud y el bienestar al cual éstos tenían aspiración y
derecho.
Pero, también es cierto, todo esto lo hacemos treinta años después, las víctimas
no son las mismas y miran de otra manera lo que son y lo que habrían podido ser.
Treinta años después, las instituciones y las personas involucradas de alguna
manera en estos hechos tampoco son las mismas. Treinta años después tenemos
un país muy diferente, que nos obliga a reconocer algo que siempre debió ser
reconocido como inaceptable. Y, por lo mismo, treinta años después en que hemos
vivido un proceso de enfrentar muchos dolores, en que ha despuntado la justicia
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PRESENTACIÓN
en muchos casos y en que miramos con otros ojos el futuro, también se puede
esperar una generosidad mayor para acoger e integrar en lo mejor de nuestra vida
social a aquellos que han sido víctimas de la descalificación, la injusticia y el silencio.
No deseamos prolongar esta presentación. Las páginas del informe darán cuenta
cabal de lo que procuramos resumir. Y en nombre de todos los miembros de esta
Comisión, de todos los que han trabajado en esta Comisión, de todos los que han
prestado generosamente su concurso para cumplir con este cometido -a quienes
agradecemos de corazón- deseamos que este esfuerzo compartido sea un aporte
más al "nunca más" por todos deseado, y al anhelado apretón de manos con que
Chile quisiera saldar en hermandad tanta deuda pendiente entre hermanos de un
mismo pueblo.
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura
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